28.2.12

¿Literatura experimental? ¿En serio? / Reflexiones (cuarta parte, final 11-12)


Índice:

  1. Ideas
  2. Problemas reflexivos
  3. Historia de la Lectura
  4. Chepe
  5. Pedrón
  6. Lo hermético
  7. Narratología
  8. Función
  9. Relaciones de dominio
  10. Política, política y más política
  11. La emancipación repite el dominio
  12. Conclusiones, utilidades, uso

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La emancipación repite el dominio

O mejor dicho: para poseer ciertas herramientas emancipatorias, debemos estar en el lado de control del poder, no del lado controlado.

Me llama poderosamente la atención el detalle de que, por poner un ejemplo, para leer un libro de Teun van Dijk tenga que disponer de $700 uruguayos. Fácilmente podríamos hallar en éste o tal otro libro de van Dijk un enunciado como el que sigue: "es un rasgo altamente opresivo el que ciertos lenguajes estén privatizados a $700 uruguayos". Lo pongo como ejemplo, podría ser un libro de van Dijk como uno de Terry Eagleton como muchos otros.

Lo que aquí quiero pensar es que, paradójicamente, el lenguaje que denuncia el encarcelamiento del lenguaje está encarcelado. Ni qué hablar de la situación discursiva, para salir del obvio ejemplo económico, que necesito para leer un libro de van Dijk. Porque sería algo muy ingenuo el pensar que basta con estar alfabetizado para estar habilitado en una lectura como ésa. Y no hablo en términos maniqueos de pobre/rico, idiota/inteligente, sofisticado/simplón, ni nada que se le parezca. Conozco ingenierios, médicos, personas en general, que tendrían problemas leyendo un texto de van Dijk acerca del análisis crítico del discurso. Quizá, precisamente, eso es algo que prueba a van Dijk: que la realidad social de un tipo, como un médico o ingeniero, selecciona como jerárquicos ciertos lenguajes mientras desecha otros.

Es más, hay que ir específicamente a buscar el análisis crítico del discurso como disciplina propositiva para ahondar en él. Y esto ocurre por lo general en personas con inquietudes estéticas, bastante alejadas de las inquietudes políticas. Está el militante ocasional, que toma esa bandera y la utiliza como instrumento en su espacio de militancia, pero es obvio que son muy escasos.

El análisis crítico del discurso [hablo de éste no porque sea su fanático, nada más lejos en mi formación, sino porque ha sido el más pertinente para pensar en esta reflexión la literatura experimental] es una parte integral del trabajo de cierto grupo de lingüistas. Sería triste pensar que los escritores, o cualquier persona, tenemos que ser lingüistas profesionales para poder incorporar en nuestro trabajo reflexiones de ese tipo. 

No es lo mismo con otros saberes. Por ejemplo, no es triste pensar que las personas tenemos que ser médicos de profesión para poder diagnosticar una dolencia. No es triste por lo siguiente: una palpación de abdomen, un signo de borborigmo, jamás van a poder criticar la sociedad. En cambio, una reflexión acerca del lenguaje como relaciones de dominio es una comunicación directa con ese dominio, con su status quo.

He aquí entonces una situación interesante: ¿cómo hemos contribuido al encarcelamiento de ese saber? ¿Es culpa nuestra porque no le hemos prendido fuego a los locales universitarios? ¿Somos culpables por omisión? ¿Es culpa de los editores capitalistas, que como buenos usureros se llevan la mayor parte de la torta de ganancia? ¿La culpa es del mismo Teun van Dijk por venderse, un vendepatria, por venderle su patria a Penguin o al capitalista multinacional de turno? Quizá él tiene que pagar los guisos de los niños van Dijk con sus libros, no es su culpa, ¿o sí? ¿Es la Ley de Educación estatal la que prohíbe esta emancipación, o, si no la prohíbe, la enlentece lo más posible? ¿Es una culpa del gobierno, del sistema de castas políticas, los virulentos son los musulmanes o las narcoguerras, ellos son culpables de todos los males, nosotros sus víctimas, a las armas, síganme los buenos?

Contribuimos al encarcelamiento de este saber al cosificarlo en una especie de objeto curioso que comenta, al margen de la sociedad, la sociedad. Este saber es un fetiche que hemos envasado en un especialista, o en un libro a $700 uruguayos. Este saber no es nuestro apetito, no participa de nuestro apetito, no representa saciedad, ni siquiera es hambre, el hambre es otra cosa.

Todavía encuentro cada tanto escritores que se preguntan sobre qué "tema" podrían a escribir, o qué historia podrían narrar. Yo pregunto: ¿en serio? Ey, ¿en serio?

Conclusiones, utilidades, uso

Sería ingenuo pensar que las castas de la aristocracia cultural en toda sociedad burguesa son las que van a ser el motor de algún cambio social positivo, como no sea la profundización del reformismo capitalista, su pragmatismo, la vieja idea de "ablandemos las contradicciones que genera el capital para que sea tragable". Los escritores participamos y no en esas castas, en esa aristocracia. Nuestra participación no viene sólo porque "escribamos", aunque es obvio que no cualquiera escribe novelas. Pero no es ésta la marca registrada. Los escritores participamos de esas castas aristócratas culturales al reforzarlas, al aceitar sus engranajes con nuestro servilismo cultural

Repito: el escritor no está obligado, por sobre su derecho, a no reforzarla, quizá sí, con seguridad es así, como tenemos muchos ejemplos, seguramente hay escritores que, efectivamente, quieren reforzar esas castas aristócratas culturales. Y están [estamos, porque ¿quién se salva aquí?] en todo su derecho. Pero después, cuando el bulldozer de las tensiones políticas en la sociedad nos pase por arriba, no pidamos que nos recuerden, ni que nos lean, ni que nos estudien, ni que nos mejoren los años, las décadas, los siglos. No pidamos que la historia de la literatura nos mantenga en respiración mecánica asistida si nosotros no soplamos nuestro aire en la historia política. Y un escritor no puede rehuir su existencia política.

De toda esta reflexión, voy extrayendo algunas conclusiones, o mejor dicho, proposiciones, cuya utilidad y uso real no puedo medir, pero que sospecho como útiles a la hora de pensar nuestro trabajo, nuestros textos. Supongo que cada quién la abrazará, la disecará o la desechará a su manera:

  • que en el fondo la categoría /literatura experimental/ es una categoría de contenido vacío, no tiene nada por sí misma, por lo tanto su mera enunciación como tal, descriptiva, forense, es inútil y al pedo. Esto denuncia la narratología como mero artefacto de novedad. Su misma terminología, "experimental", es de la máxima opinabilidad.
  • que la categoría /literatura experimental/ puede funcionar más bien como un operador [así como observa Badiou los poemas de Mallarmé, no como tiras de lenguaje, sino como operaciones], cuya operación consiste en llamar la atención del escritor sobre la situación discursiva en que se encuentra su lenguaje en tanto que relación de poder con otros lenguajes, con otros productores de lenguaje.
  • que la categoría /literatura experimental/, en tanto que llamado de atención al escritor sobre sus discursos, bien puede ser un blanco predilecto de cosificación por parte de la aristocracia cultural, esto es: su trivialización. Esta trivialización puede ser una estrategia de supervivencia por parte de la aristocracia cultural, cuyos paladines -los periodistas "culturales"- salen a cumplir un trabajo de damage control.
  • si la aristocracia cultural es una máquina exitosísima en la producción de fetiches, la crítica de la aristocracia cultural es el objetivo número uno de esa máquina: su fetichización rápidamente neutraliza el poder de esa crítica. Y en esto la reflexión acerca de la literatura experimental puede jugar su rol.
  • la reducción -y la especialización- de los discursos/saberes involucrados en la crítica del lenguaje es una maniobra de índole política e ideológica que enlentece esa misma crítica, aunque la profundidad de su especialización al mismo tiempo la enriquezca. No quiere decir que seamos todos diletantes en algo, o que todos "sepamos un poco de todo", no. Quiere decir, como escritores: que obtengamos, demandemos, tomemos, mayor control de poder sobre esa situación discursiva, en este caso, la de la crítica. Las intuiciones están bien, en serio que están bien. Se escribe bonito así. Como también está bien la fiebre para comunicarnos una colecistitis aguda. Pero con la fiebre, sólo con la fiebre, ¿qué hacemos?