14.12.12

Rinse


¿La sociedad nica -si es que sólo hay una, y no muchas- está en la etapa en que se está intentando elevar la literatura y la producción cultural como la joya del librepensamiento, a un nivel de masas? ¿Y de cuántas masas hablamos cuando hablamos de masas? ¿Todavía es un bien -ya casi económico- el "librepensamiento"? Quizá el siglo XXI es el siglo curado del librepensamiento. Las neurosis padecidas por las élites pequeñoburguesas se traducen en lo siguiente: a la par de los conflictos materiales presentes en el sistema capitalista [retrasado, para el caso de Nicaragua] marchan amenazantes conflictos culturales donde la privatización del lenguaje, del conocimiento, y la liquidez de bienes culturales que otorgan status son piezas claves. Hay quienes aspiran a ser el escritor bancario. Incluso la marca de pensar el librepensamiento como una joya aún posible es una marca, una matrícula, que puede usarse para ser reconocido entre pares: ¿Quiénes defenderán lo que yo defiendo a muerte? Ellos serán mis amigos. ¿Quiénes se me opondrán? A ellos hay que tenerlos cerca. ¿Y quiénes abandonarán mis causas a las primeras de cambio? A estos hay que afeitarlos lo más rápido posible del negocio, por ejemplo ignorándolos en cualquier suplemento cultural. 

La ilusión de la producción literaria como cúspide del librepensamiento viene a sepultar un poco estos conflictos, a hacerlos menos evidentes bajo el efecto de la potente droga de la libertad. El axioma es el siguiente: Leo y escribo lo que quiero y como quiero, y lo socializo como quiero, y también elijo qué feedback ignorar, qué praxis social, derivada de mi actividad literaria, mantener en silencio. Esto es, en términos materialistas: de una praxis social en particular, controlo sus determinantes. Sólo los verdaderos esclavos podrían genuinamente pensar esto. Leer, sí, es un acto insurgente por definición. Pero pensar que leer libera es no haber entendido el imperio de la lectura. Luego sustituir con escribir. Repasar. Enjuagar. Volver a usar.