15.2.12

El escritor noqueado

Pay-per-view

Puede ser que el gran triunfo literario del capitalismo ha sido el convencer al escritor de que su ring de boxeo es el de la estética. ¡Qué gran triunfo! En serio, qué gran triunfo. Yo felicito al sistema por los tres puntos conseguidos.

Pienso que quizá sentimos, como escritores, que la estética es un lugar de grandes lides, donde, con nuestra intimidad en un puño, y nuestra sensibilidad en otro, vamos a organizar/provocar/pensar-como-posible ideas que nos mejoren. Lo cual me gusta imaginar que no está lejos de la verdad. Es decir, que efectivamente sentimos esto. Es así.

Pero se me ocurren algunos problemas que, entre escritores, no son muy populares de tratar. La razón no la sé. Ey, yo mismo muchas veces cancelo este trato. ¿Tiene algo que ver con ese rol de nihilistas consagrados al que nos dedicamos cada vez con mayor fervor? ¿Con eso que decía Zizek, hablando nada menos que de los fundamentalistas:

To put it in Nietzche's terms: they are the ultimate nihilists, since the very form  of their activity (spectacular mediatic mobilization, and so forth) undermines their message {Para ponerlo en palabras de Nietzche: ellos son los nihilistas consagrados, ya que la forma misma de su actividad (movilización espectacular mediática, y demás) menoscaba su mensaje}
SLAVOJ ZIZEK / "In Defense of Lost Causes" [43] 

También dice por allí que el fundamentalista -del tipo que sea, religioso, político, etc.- es el individuo que hace una lectura rígida de un texto sagrado. ¿Somos entonces verdaderos fundamentalistas? ¿Leemos rígidamente nuestro texto sagrado: la Estética? ¿Nos vemos como "poseedores de los remedios para los males del mundo moderno, pero en realidad somos los síntomas de la enfermedad que pretendemos curar?" [Zizek, íbi. ant.]

Bien, el capitalismo nos somete a su relato de estética, vaya obviedad. Luego nos humilla con la industria editorial, esa máquina tragamonedas a la entrada del casino cultural, donde ingresamos nuestras escrituras, a ver si por fin podemos alinear todos los sietes. Nos alienta, alentará al escritor, le hará creer que es una exigencia moral -¿"moral"?, ¿en serio?, ¿el sistema alentándonos a ser morales?: sí, ¡sí!, el reformismo, el pragmatismo de "izquierda", que es EL éxito ideológico por excelencia del capitalismo, alentándonos, en el ringside, a que seamos estoicos- el entrenar, hasta quedar exhausto, en el gimnasio de la estética. 

Y por último, cuando la pelea en verdad comience, el sistema noqueará al escritor en el round que mejor le parezca, mientras su cara llena los posters y las facturas de cable pay-per-view. Quizá nos quede este remanente en los vestuarios: "La estética es la continuación de la política por otros medios". O sea, su cancelación. ¡Pero qué gran triunfo!

Diccionario del boxeador

El escritor boxea en el ring de la política con los guantes de la estética. Pero, mientras nuestro contrincante nos sacude con sus jabs, nosotros estamos embobados mirándonos los guantes.

¿Por qué nos parece abismal e imponente la maquinaria editorial? ¿Por qué no nos provoca una revuelta civil el puesto de "intermediario" literario/cultural? ¿Por qué no le prendemos fuego a un autobús, o no le hacemos un walk-out a un hipermercado, al enterarnos de un analfabetismo de dos dígitos? ¿Tienen algo en común la sociedad de oferta 2x1 y el analfabetismo? Es como si nos gustase casi siempre escribir textos que sabemos que no terminarán en una rapiña o en nuestra familia secuestrada. ¿Es que no le escribimos al asesino o al rapiñero?

¿Por qué hemos avanzado a un punto en que ni siquiera cuestionamos, criticamos, combatimos, las categorías más básicas de esta maquinaria?: /librero/, /presentación-del-libro/, /reseña-en-el-suplemento-cultural/, /contrarreseña/, /podcast-de-radio/, etc.

Porque creemos [quizá hacia allí hemos deplazado la vieja mística] de que nuestra misión es estética. ¿Qué puede tener que ver con la estética, con nuestro párrafo maravilloso, trabajosamente pulido, la encuadernación, los centímetros de cuartilla, los separadores de libro, la distribución, el PVP? ¿Es porque el sistema nos ha apaleado tanto que hemos llegado a pensar de que nuestra sensibilidad es nuestro refugio sagrado, inexpugnable? ¿Por eso escribimos tantos libros pedorros que se nos parecen? ¿Es porque éramos de un partido político, nos defraudó, éramos de un grupo político, apartidario, nos defraudó, éramos de una corriente ideológica o postideológica, nos defraudó, éramos de un grupo de trabajo voluntario, un volunteer-army, nos defraudó, descendimos todos esos escalones, desde mesías a samaritano, que decidimos que nosotros no nos defraudaríamos a nosotros mismos, que íbamos a "atestiguar" el mundo para salvarlo, porque luego de pasar por el ojo de la estética las cosas ya nunca son las mismas? Mataremos, si nuestra misión no es estética. Y hay de quien nos ponga a prueba.

Continuando con el tropo del boxeo: si el escritor boxea en el ring de la política con los guantes de la estética, entonces ¿ahora hemos llegado a que nuestra misión es un guante? ¿Un guante? Siendo así, no me sorprendería que un boxeador auténtico supiese más de literatura que yo. Por supuesto, no me lo va a explicar, sólo me noqueará. Porque es boxeador. Lee el diccionario de sus cosas, de sus elementos de boxeo, todos los días. Y cuando yo recupere el conocimiento y haya babeado mi protector bucal, él se arrodillará amistosamente en la lona, me sonreirá, mostrándome su dentadura de oro, y me dirá Ves, esto se usa así, y me mostrará su puño, desenguantado, seco de sudor.

Yo creo que un boxeador nunca adora sus guantes. Sólo le basta que estén puestos, y bien encintados.